Me canta el corazón como le canta
la savia fiel al árbol florecido;
me canta porque llego al presentido
cendal de tu ternura. No quebranta
la angustia mi canción, que nada espanta
a un corazón que canta prometido.
Me canta el corazón como invadido
de la tibieza fresca que te encanta.
Turba mi ser la alondra de tu vida
y el llanto arrepentido cae a tierra,
pues soy una congoja hecha armonía.
Me canta en las entrañas la encendida
balada de la dicha y se destierra
la niebla que hace al alma compañía.