Mi memoria es la memoria de la nieve. Mi corazón está blanco
como un campo de urces.
En labios amarillos la negación florece. Pero existe un nogal
donde habita el invierno.
Un lejano nogal, doblado sobre el agua, a donde acuden a morir
los guerreros más viejos.
En un mismo exterior se deshacen los días y la desolación corroe
los signos del suicidio:
globos entre las ramas del silencio y un animal sin nombre
que se espesa en mi rostro.