Quisiera adivinarte los antojos,
y de súbito en ellos transformarme;
ser tu sueño, y callado apoderarme
de todos tus riquísimos despojos;
aire sutil que con tus labios rojos
tuvieras que beberme y respirarme;
quisiera ser tu alma, y asomarme
a las claras ventanas de tus ojos.
Quisiera ser la música que en calma
te adula el corazón: mas si constante
mi fe consigue la escondida palma,
ni aire sutil, ni sueño penetrante,
ni música de amor, ni ser tu alma,
nada es tan dulce como ser tu amante.