Esa boca después, esa burbuja
de una sangre que hoy hierve alborotada…
Esos ojos después, esa mirada
que ha incendiado al clavel, y lo dibuja…
Y el corazón después, que hoy late y puja…
La mariposa de su vida… Nada…
Después la muerte, digo, despiadada,
la clavará a la nada con su aguja.
Esa boca, esa voz… Aquel invento
de clavar mariposas al olvido,
es así de feroz como lo cuento.
Y contaré lo hermosa que hayas sido,
que parecías tú, que fue un momento,
muchacha fría ya y sin parecido.