A Ciro Méndez
De mi ciudad sonora
viene al pueblo de tibia somnolencia,
donde saben a sal los labios de la aurora.
Y traje una dolencia
de mis valles,
ansiosos de marina transparencia.
Cruzaban las angostas cintas de las calles
mujeres de aguzados senos
y agilidad de música en los talles.
Había sol en los rostros morenos;
dos ágatas de luz en sus pupilas,
y en sus labios melifluos los venenos.
en onduladas filas,
eran como de cálidas palomas
Por el limpio tejado de las montañas lilas.
Y soñaban en pomas
paradisíacas de filtrado jugo,
y en un idilio de los vientos con los aromas.
Al Señor Nuestro plugo
darles líneas de copas transparentes,
como se reza en Hugo.
Y secaron mis fuentes
por esa gota lánguida de un beso
en las finas copas de labios adolescentes.
Córdoba, cofre de mujeres, dulce embeleso:
Les prometí la luz de un arrebol
por esa gota lánguida de un beso…
¡Y me dieron el sol!