(A José Ma. Guelbenzu)
Y si, pronto, tú, naturaleza,
entre pliegues de piedra me mirases
y no pudiera ser yo, sino tu música
en los mismos instantes que dura una verdad;
una verdad que pasa por un cuerpo
abriéndole a los ojos todas sus superficies
para dejar de ser lo sido cada día,
para dejar de ser una verdad,
qué transparencia en la quietud del fondo.