Crepitan ya las velas en la ría;
Tú, ¿por qué no te embarcas, alma mía?
—Porque Dios no lo quiere todavía.
—Mira: piadosamente las estrellas
Nos envían sus trémulas centellas…
—¡Bien quisiera vestirme toda de ellas!
—Tu amiga, la más tierna, ya se fue.
Los que te aman se van tras ella; ¿qué
Vas a hacer tú tan sola?
—No lo sé.