¡Calla , mi flor de leche,
mi siempre niña!
Los sueños que se cuentan
se hacen ceniza.
No te fíes del mar
porque da y quita,
ni del hombre que llega
de lejanías.
Primores de este valle
son tuyos, hija.
Casa de calicanto
te ama y te cuida.
Es mejor el silencio
de tu sonrisa
que todo lo que muestras
por encendida.
Hay que esconder tesoros
como la hormiga,
porque muchos que pasan
sienten envidia.