Notas para un agitador de Verónica Viola Fischer

cuando era pequeño se le cayó un piano
en la nuca, desde ese día sus vértebras
suenan cada vez que baila
sobre la silla eléctrica: no muestra arrepentimiento
con palabras, no entona
baladas de protesta

Se dedicó a grabar sonatas
de guerra, percusión ósea contra
tiritar de dientes. La electricidad es buena
compañera dice ahora
encerrado a perpetua,
que enciende la tele
de la paz rosada o la casa
de un moderno enjambre de patrañas, enfermo
el penado yace quieto, en silencio.

De la música del cuerpo proviene
una verdad indisoluble pero si hubiera
caído una hoja
filosa sobre su nuca, ¿qué palabras
escribiría nunca?

Un niño pregunta a otro
cuando el mar se agita, habla?
Shh… le contesta su amiguito
al igual que las olas
y callan