Voy hacia ti, luz y fe por ti logradas,
con el valor del labio y de la frente;
todo mi ardor, ya sed en tu corriente,
destino entre tus manos sosegadas.
Traigo una nueva vida a tus miradas
en triunfo conseguida; tibiamente
iré dando a tu anhelo transparente
este retorno cálido de espadas.
Labraré el alto cauce. Por tu río
toda mi voluntad será la rama
que doble al paso fiel de tu navío,
y en el rizado encaje de la estela,
iré buscando el ángel que me llama
desde tus limpios ojos de gacela.