Oración fúnebre de Pär Lagerkvist

Estás muerta.

Puedo mirarte en paz con toda facilidad. Tu frente es
pequeña y redonda. Antes no la había visto. Eres torpe.
Ahora veo que eres torpe.

Tienes pequeños ojos guiñadores. Ahora los veo. Todo
es pequeño y mezquino en tu casa. Tus cabellos son
rebeldes, gruesos, groseros. Ahora lo veo. Tu labio pende
como el de una muchacha de cocina.
Ahora todo lo veo.
Estás muerta. Tú no eres nada.

Tú sólo eras una muchacha de cocina, una sucia. Una
que debía morir.
Pero yo te amaba. Eso era.

Ahora esto ha concluido. Ahora tú has muerto.
Me agradaba acariciar tus cabellos tanto, cuando ellos
eran vivos. Yo amaba todo lo que había de feo en tu
casa, tanto cuando esa fealdad era viviente.

Ahora esto ha concluido. Ahora tú has muerto.
Yo acariciaba tu cabellera, aunque ella fuese gruesa,
grosera. Yo amaba tus pequeños ojos, cuando ellos
miraban delante de ellos en el mundo, la mañana.

Entonces yo amaba todo en tu casa.
Ahora esto ha concluido. Ahora tú has muerto.
Yo amaba tus grandes pies. Y tus manos agrietadas
las amaba también.
Ahora ellas están muertas. Ahora ya no existe nada.
Es preciso que continúe mi camino, que marche, que marche.
Tú, tú has muerto.
Ahora nada existe.
Ahora, tú, tú has muerto.
Ahora ya no existe nada en el mundo entero.

Versión de Ángel Cruchaga