Quiero

Dime pronto el secreto de tu existencia;
quiero saber por qué la piedra no es pluma,
ni el corazón un árbol delicado,
ni por qué esa niña que muere entre dos venas ríos
no se va hacia la mar como todos los buques.

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Reposo

Una tristeza del tamaño de un pájaro.
Un aro limpio, una oquedad, un siglo.
Este pasar despacio sin sonido,
esperando el gemido de lo oscuro.
Oh tú, mármol de carne soberana.
Resplandor que traspasas los encantos,
partiendo en dos la piedra derribada.

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Se querían

Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

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Unidad en ella

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima, con esa
indescifrable llamada de tus dientes.

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Ven, siempre ven

No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu encendida frente,
las huellas de unos besos,
ese resplandor que aun de día se siente si te acercas,
ese resplandor contagioso que me queda en las manos,
ese río luminoso en que hundo mis brazos,
en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero.

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Aurora de la muerte

(Salvia divinorum)

Fue fumar y esfumarte
de tu mundo y de ti
hacia tu mundo oscuro.
Fue tan sólo un momento
que no tuvo principio y que no acabará.
Fue conforme el arder, ser un humo fragante,
una lumbre tan sólo
con las hojas resecas de la salvia quemada.

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Échale a él la culpa

A José María Álvarez y Carmen Marí

Hoy te has ido de fiesta con amigas,
y sin que tú sepas me regalas
un tiempo de estar solo que ya empieza
a ser raro en mi vida, un tiempo útil
para intentar pensar en ti como si fueras
lo que siempre debiste seguir siendo
cuando pensaba en ti: aquella persona,
en todo semejante a cualquier otra,
que una nnoche lejana tuvo el gesto
generoso y extaño de entregarme su amor.

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En la casa de nadie

A José Luis Martínez

Futuros galeotes
de este sueño engañoso, mirad a quien amáis:
mirad cómo apuntala el frágil entramado
su ser de vuestro ser.
¿Es posible que muera?

¿Y quién sabrá deciros que fue nuestra
la dicha virginal que hoy se os ofrece?

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La visita

A Francisco Brines

Esta tarde he escuchado
otra vez sus pisadas a mi espalda,
he notado su aliento al abrir una puerta,
y sus huellas están en mis viejos papeles.
Aunque no puedo verlo,
hace tiempo que siento su presencia inquietante
cuando me quedo solo, cuando paso las horas
encerrado entre libros y palabras.

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Noviembre,15

Con esta sola mano
me fatigo al amarte desde lejos.
Tendido bajo el viejo ventanal,
espero a que el sudor se quede frío,
contemplo el laberinto de mis brazos.
Soy dueño de un rectángulo de cielo
que nunca alcanzaré.

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Rogatorio

Por la esfera y la cruz
de perfección divinas,
por la idea de un alma
que nos salve en la muerte,
por el alma sin vida del que sufre
el silencio de Dios ante la saña
incomprensible y fría de sus dioses,
por esta soledad
planetaria y devota del amor,
por la arcana razón del sinsentido,
por el sueño de aquél
que en su vuelo encontró
el ciego pedernal de la vigilia;
porque no lo sabré, porque no me sabrá,
por lo que sí sabemos:
por la oscura ceniza
de la rosa de luz que pudo ser,
por el será y el fue
que son el nunca,
por el instante eterno de sentir
esta amarga piedad que es la alegría.

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Septiembre, 22

Me dices que es absurdo el universo,
que la vida carece de sentido.
Pero no es un sentido lo que busco,
cualquier explicación o una promesa,
sino el estar aquí y a la deriva:
una simple botella que en la playa
aguarda la marea.

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Septiembre,2

Es ahora la vida
esta extraña y frecuente sensación
de sopor y distancia,
y es también una luz que vela el mundo:
salir del caserón tras la comida,
recorrer bajo el sol la carretera
con los ojos ardientes del verano
y sentarme en la roca frente al mar.

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Variación sobre una matáfora barroca

Alguien trajo una rosa
hace ya algunos días, y con ella
trajo también algo de luz,
yo la puse en un vaso y poco a poco
se ha apagado la luz y se apagó la rosa.
Y ahora miro esa flor
igual que la miraron los poetas barrocos,
cifrando una metáfora en su destino breve:
tomé la vida por un vaso
que había que beber
y había que llenar al mismo tiempo,
guardando provisión para días oscuros;
y si ese vaso fue la vida,
fue la rosa mi empeño para el vaso.

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A la luna: preguntas

¿Adónde vas, cruzada por veloces
nubes, celada en vaporoso encaje
de nubes, resbalando entre un celaje
de nubes blancas, por las hondas hoces

de la distante noche? ¿Qué almos roces
de Dios ordenan tu impasible viaje
por el inmenso azul?

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A la tristeza

Si no fuera por ti…
si no fuera por ti, que cada tarde
tuyo me haces cuando el sol declina,
cuando todo es tan bello porque es triste,
y hundes más mis raíces
de hombre en la tierra… de hombre inmensamente
solo bajo el poniente en que Dios huye.

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Amor (¡Qué profundo es mi sueño!)

¡Qué profundo es mi sueño!
¡Qué profundo y qué claro,
qué transparente es, ahora, el universo!
Si pensando en ti, siempre,
si, soñado contigo, me desvelo,
y te miro por dentro, con mis ojos,
si te miro por dentro…
veo la oscura entrada de mi vida,
tu sorda luz de fuego,
y ya no sé si a ti te estoy mirando,
o si contemplo el cielo:
el último transfondo del poniente,
sin nubes y sin velos,
más arriba de todas las estrellas,
donde está dios, despierto.

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Faut-il s’abétir

-¿Hacia dónde vamos?
-Vamos hacia el sueño. ..
-¿De dónde venimos?
-Venimos del sueño…

Como las olas,
como los vientos…

(En vida, despiertos.
En vida, serenos
sobre el fuego.)

-¿Hacia dónde vamos?
-Vamos a la noche…
-¿De dónde venimos?

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Hay un reguero dulce y encendido

Hay un reguero dulce y encendido
de sol sobre los álamos dorados.
Y, a lo lejos, los montes ya nevados
encalman el paisaje atardecido.
Si ahora tuviera el corazón dormido,
los ríos de la sangre no encrespados,
y ojos para mirar enamorados
los chopos dónde aún tiembla el sol huido…
Si ahora como esa luna ser pudiera
que boga virginal, tan lentamente,
tan alma pura en el azul… Si fuera
un álamo, una luna, un dios luciente…
Más sólo soy un hombre en la ladera,
un hombre sólo, apasionadamente.

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Hombre total

Ojos verdes de Marta de Nevares.
Ojos -¿negros tal vez?- de Dorotea.
Ojos azules, clara luz febea
de Camila Lucinda. ¡Qué avatares
de amor sin contención! Gozos, pesares,
gozos… Esto es amor. Quien no lo crea,
mírese en unos ojos, que se vea
en unos ojos de mujer.

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La voz precisa

Sella tú con tus labios, éstos míos.
Pon tu mano en mi mano.
O deja que acaricie tu cabello,
tus mejillas, tu frente,
mientras hundo mis ojos en tus ojos,
en la insondable luz de tu mirada.
Deja que, así, te exprese,
cuando huyen las palabras
-ay, expresión del tacto,
única voz precisa-,
deja que, así, te exprese mi ternura.

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Luzbel

Arcángel derribado, el más hermoso
de todos tú, el más bello, el que quisiste
ser como Dios, ser Dios, mi arcángel triste,
sueño mío rebelde y ambicioso.
Dios eres en tu cielo tenebroso,
señor de la tiniebla en que te hundiste
y de este corazón en que encendiste
un fuego oscuramente luminoso.

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Mnemosyne

¿De dónde llegas tú, ilusión de un día
porvenir, tú, esperanza de un pasado
nunca cumplido, pero que yo ahora
evoco entre marchitas profecías
o anticipo en nostalgia? De recuerdos
y paciencias me nutro. Los ayeres
y los mañanas dóciles acuden
a congregárseme en el hoy, un punto
que se dilata ilimitado en ondas
concéntricas, amor, amor sin tregua.

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No Quiero Melodía

No quiero melodía. Ruedan suaves,
sin melodía, las esferas. Giran
inmelódicas, suaves. ¿Ruedan, giran?
Tácito vals de las esferas suaves
Oh luminoso vuelo de las aves,
silencio de la luz. ¿Mis ojos miran
ascender a las aves? Sí, las miran
mis pupilas inmóviles.

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Primera Epístola De Mí Mismo

¡Mi cenicienta juventud, mis años baldíos!…
Soy hombre.
Quisiera ser gacela inocente o el león carnicero
que do not lie awake in the dark and weep for their sins.
Mi cenicienta juventud, mi miércoles continuo sin sello alguno
en la frente,
salvo el del sol glorioso, el de la segura sabiduría incipiente, la
cruz del orgullo,
sin recordación postrimera;
la frente vana que se alza con pura alegría, con inmortal certeza
de una mañana radiante,
sin atisbo alguno de ocaso, de cercana finitud, de arrugas-
igual que el mar azul de la niñez remota, de la promesa
incumplida.

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Un Cristal

Vidrio de una ventana
entreabierta de julio
Hasta mí que tendido
descanso con cansancio
feliz de sucesivos
tiempos y espacios llega
el verano su soplo
vital cálido. Vidrio
en el que ahora contemplo
reflejadas las casas
fronteras unos árboles
los de esta ciudad mía
al regreso de otras
y otras y otros paisajes
fríos yermos ajenos
Unas casas fronteras
unas ventanas sobre
el cristal de ésta abierta
que me devuelve parte
de mi ciudad ¿La mía?

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Abraham

Tiemblan sus manos. Ve qué dura ha sido
La vida que le dieron. Como pocas.
Y ahora que empezaba a disfrutar
De un poco de descanso, se le exige
El crimen execrable. Sufre y calla.

Ha sido siempre fiel a su conciencia
Y su Señor.

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Como el primer poema

Como el primer poema
Quebrando
El blanco de la página y la vida
Tantos años atrás,

Como el primer amor
Que por completo
Fue pasto del olvido y se mantiene
Tan sólo en un rincón de la memoria,

Como el primer amigo,
Como el primer regalo,
Como el primer encuentro
Con el rumor del mar,
Así quisiera
Volver a hallar momentos
De goce inesperado, de esa mágica luz
Que llega al corazón
Y sin remedio,
Cuando menos lo esperas, te deslumbra.

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Historia antigua

A Víctor Botas

Ni siquiera la cita más humilde,
Esa gracia que a veces conceden a los idos.

Cuando llegó, ya estaban ocupados los asientos.
Cuando llegó la hora de sentarse, él no supo o no quiso.
Quedándose a las puertas,
Viendo cómo los otros empujaban,
Viendo cómo salían en silencio.

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La lluvia

Con Borges y Miguel d´ Ors

Es esta misma lluvia.
La lluvia de las calles de Calcuta.
La lluvia de Gijón en la distancia.
La lluvia que salpica el Capitolio, la Plaza de San Pedro y los tejados del
Kremlin
Es esta misma lluvia interminable.

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Poética (Cuando no queda tiempo)

Cuando no queda tiempo,
Cuando por la memoria va cayendo la lluvia del 80,
Cuando la soledad parte mi vida en la niñez, la adolescencia, ahora,
Cuando es inevitable que la nieve bloquee los caminos
En los helados páramos del tiempo,

Cuando el sol ilumina los rincones,
Cuando a los quince escribo tres poemas vacíos que llenan mi existencia,
Cuando de todos los futuros posibles recorro por mis sueños el más afortunado
En busca de la fuente de la eterna alegría.

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Proyectos

Te marcharás un día.
Tan sólo, en este tiempo,
Demoras la partida.

¿ A qué lugar ? Lo ignoras.
Allí donde te dejen
Vivir de alguna forma.

Olvida tu pasado,
Tus errores, y guarda
Un poco de entusiasmo

Para salir indemne,
Para andar por la vida
Y retrasar la muerte.

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Solo

A veces, te preguntas
Qué será de tu vida
En caso de que sigas
Y sigas solo.

Asomado al balcón
De la plaza desierta
Las horas no son horas,
Los días no son días

Si nadie los comparte
Contigo, si no sientes
El calor de otra mano
Junto a la tuya.

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