Por más que viviera,
jamás entendería
de qué hermosa plenitud
podrías aún adornar mi vida.
Y ni siquiera recordar los años
de soledad, olvido y pobreza,
causan ya en mi fatal amargura,
y, aun sin tu amor, saber de ti
hoy, justifica aún más
el amor que te profeso.
Mas no creas que odio
o rencor alguno te guardo,
que quien ama, la maldad no va consigo.
Por eso te lo digo, para que lo sepas:
buena suerte amigo, buena suerte amor,
a íi sólo me queda partir
y aprender a vivir con tu ausencia,
y perderme en algún otro lugar,
sin saber qué me depara
este tiempo tan confuso.