Recórreme la ruta del recuerdo,
tan desierta sin ti que nadie ha impreso
huellas sobre tus huellas, y me pierdo
en la niebla que impide tu regreso.
El ángel del olvido
contra mi mente alzó espada de hielo,
y amanecí en las sombras, abatido,
mi pasado filtrándose en el suelo.
¿En qué color tus ojos se perdían?
¿Tu cabello era liso, u ondulado?
¿Eran lentos tus pies, o parecían
danzar a un ritmo alegre, acelerado?
No sé, porque me miro y no te veo,
se me ha desvanecido tu figura,
y lo único de ti que ahora poseo
es un presagio: Nada más perdura.
Quisiera recobrarte
en todo el esplendor que hubo en ti un día;
resucitar la idea y cincelarte
con el mismo perfil que antes tenía.
Mas no lo podré hacer si no regresas
por el sendero azul de la memoria,
demostrando que cantas, lloras, besas,
y borrando tu línea divisoria.