Plegaria de Eduardo Zambrano

Sin más temores ni remordimiento
elevo esta plegaria al Desalmado.

Él, solo, que solo es alma, me ha dado
la hermosa ironía del sufrimiento
de querer despertar y no despierto
a olvidar lo que el destino ha olvidado.

Si el fruto que me ha sido arrebatado
es castigo: no hay arrepentimiento.

A Ti, Padre, te regreso el perdón
que no me hace falta, porque confío
en tener tu mano cuando el abismo
sea el último reclamo a mi rendición.

No hay en esta oración un desafío:
si lo sé, lo sabes, somos el mismo.