Pon en mi pecho niña, pon tu mano de Heinrich Heine

Pon en mi pecho, niña, pon tu mano.
¿No sientes dentro lúgubre inquietud?
Es que .en el alma llevo un artesano
que se pasa clavando mi ataúd.

Trabaja sin descanso todo el día;
y en la noche trabaja sin cesar;
que acabes pronto, maestro, mi alma ansía,
y me dejes en calma descansar.