venir de alguna parte que no es parte
de ninguna,
del cuarto lado de ese triángulo que forman
las dos cervezas y la chica rubia,
en este pub de Chelsea. Simplemente:
queremos tanto a Glenda.
Las papas fritas huelen a pescado
y el pescado no huele: esquives y
situaciones, estas líneas,
el barman pelirrojo y los Pink Floyd,
cada cosa desplaza lo vecino, lo empuja
a pulirse y brillar como el niño que brota de mujer.
Pero no hay como, aqui: las cosas
son lo que son porque son otras.
Sólo sé que respiro,
y que queremos tanto a Glenda.