Rara materia que no cedes razones.
Si tocas el labio del amor es para herirlo,
si llamas al pensamiento es para dejarlo secar.
Cede alguna vez: regresa a tu reino oscuro.
No es justo tu veneno restregando sed
a los sueños, incertidumbre al corazón,
crecimiento a las secretas mutilaciones.
Cede alguna vez: demasiado conoces.
Ciega, pestilente, enancada en la noria
de la ilusión, aléjate del humano olor
que destila nuestra debilidad:
materia, rara materia.