Un silencio fecundo de rugidos
acompaña la tarde litoral y nubosa.
Es una playa ilesa del Pacífico.
Manzanillos de agua, heliconias gigantes
meciéndose en la brisa embriagada de nubes.
De repente, el milagro:
dos papagayos rojos
rebasan el umbral de lo posible.
Justo en ese momento
yo soy un marinero de la Santa María
mirando Guanahani desde el mástil.
Yo soy Keats descubriendo
el Homero de Chapman.
Gagarin comprendiendo
la soledad helada del espacio.
Tenochtitlán, Numancia,
Troya llorando a Héctor,
un órdago de Dios,
Edmund Dantès al viento.
Soy el roce de dos ramas resecas
que encendieron un fuego primitivo.
Es fácil de entender si sales de tu nombre.
En la Tierra el misterio.
Yo he venido
a ser ola a la vez que miro el mar.
***
Autor del poema: Raquel Lanseros