Integrar cuanto hayamos destrozado;
hallarnos entre todo lo perdido.
Volver a ser el niño que hemos sido
y recordar cuanto hemos ya olvidado.
Devolver lo que habiendo atesorado
hemos arrebatado o adquirido;
tornar certeza aquello fementido
y afirmarnos en todo lo negado.
Hacer la pura integración del hombre
sacando su verdad del mismo arcano
en que su propio yo solo es un nombre
y, al hacerle su cielo de su infierno,
restituirle a su designio humano
porque el hombre es el fruto de lo eterno.