Esto que se termina soy yo. No puedo pasar de mí.
He llegado hasta mis propios bordes;
rebosaría, derramándome, si quisiera
a la Puerta de Dios llamar.
Una mirada en sí; unos sentidos todos
dentro de ellos mismos… Soy ahora
el límite total de la criatura.
Voy a afirmarme ante el No, a gritar que vine
henchida de un latido inexpresable;
y que espero me sostengan unas manos
sin pulpa de la tierra.
Todo llegó conmigo;
fabulosas miserias traje absorta
y un delgadísimo ramaje de venturas
que soñaba bosque de amor en el mundo.
De aquí no espero brotar.
Nadie me llama.
¿Voy a persistir cual una sombra
delante de tu voz jamás oída?
Atiéndeme, misterio; no te alcanzo.
¿Eres la quietud, eres violencia
de quietud…?
¿Eres yo misma?