Seré tuya sin ti el día que los sueños
alejen de mi senda tu mente creadora,
el día que tu sed
no pueda limitarse al hueco de mis manos.
¡Seré tuya aún sin ti! Dejaré de merecerte
en la cuna encendida que tejieron mis besos.
Se borrará en tus labios la forma de los míos,
y el cielo de tu vida
tendrá un color distinto al de mi corazón.
Pero sabré ser tuya sin nublar tu camino
con la huella indecisa de mi andar solitario.
Me ceñiré a tu sombra, y anudada por ella,
te iré dando en silencio lo más puro de mí.
¡Con qué amarga dulzura repetiré, ya sola,
esos gestos antiguos que pulió tu mirada!
Me seguirás teniendo igual que me quisiste
y acunaré en secreto tu amor eternizado.