Pero acúsome también de ser tribuna de orgullo. Acúsome de toda la
vanagloria que me asiste al comprobar que vos, capaz de convocar con una divina fórmula la Carne y la Sangre
de Ntro. Señor, jamás poseeréis la palabra que hiciera nacer el tacto de tu cuerpo entre vuestros dedos consagrados.
Y acúsome, reverendo padre, del sentimiento de rebeldía y de triunfo con que me embriaga esta crueldad. Amén.