Luego, casi lista
y habiendo conseguido una figura esbelta,
en mitad de la danza, se desplomó
una pareja,
cayó hecha añicos.
Bellamente, en el suelo, los miembros,
en desorden.
Grietas, a lo largo de la espalda,
y roturas limpias
liberaban espacios huecos.
Ellos seguían danzando,
lisiados, aplastados
los pies de barro,
ella desatinada, él todavía
con mirada firme.
De nuevo quiero dejar
que los dos surjan,
más altos, habiendo conseguido mayor esbeltez aún,
con el paso de danza afianzado,
inmunes a toda caída.
Sin embargo, lo sé: posiblemente
siguen hechos añicos.
Versión de Eustaquio Barjau