Sólo aquel tembloroso viento amado,
tan dulcemente estrecho entre mis venas,
viene con tu paisaje y con serenas
voces de tu fervor puro y llorado.
Estoy solo, ya solo y entregado
a este dolor humilde en que me ordenas,
y espero, oculto en soledades plenas,
llegar a ti, febril y enajenado.
Hoy son tus ojos esta luz sin horas.
que yo buscaba como bien pequeño.
¡Víspera del espacio presentido,
las lentas llamas, manantial de auroras!
Y tu sangre tendrá un sabor de sueño
entre las mariposas florecido.