(hallado en una botella de mezcal en «El farolito» y en donde -aunque esto sea lo menos importante-
se corrige un error léxico de Gustavo Adolfo Bécquer.)
Como de tu pupila la negrura,
Azul indescriptible tu iris, nunca
Tuve ocasión de ver: dulce espesura
Abierta a este habitante de espelunca.
Lago nocturno, superficie pura
Izó frente a su orilla la ya trunca
Nave desarbolada por la dura
Arribada otra vez a donde nunca
Mirabas tú llegar y nada había-
Antro mi herida [fue] no percibida-
Tibio a mis huesos y a mi voz perdida
Esperando escuchar, saber que oiría
Otro canto mi oído, derretida
Sirena y cera por tu voz de vida.