Subo.
Bajo escalones.
Pero esta angustia atrancándoseme en la piel como una
cremallera rota,
tampoco cede al sudor.
Y ya todo el sueño es un inmenso garaje de copas vacías
que el agudo de su ausencia con mi grito rompe.
Subo.
Bajo escalones.
Pero esta angustia atrancándoseme en la piel como una
cremallera rota,
tampoco cede al sudor.
Y ya todo el sueño es un inmenso garaje de copas vacías
que el agudo de su ausencia con mi grito rompe.