A medianoche, en Nueva York,
ella, emergiendo de los mares del sueño,
escucha esa palabra cargada de agua azul
como otro sueño: Adriático,
y sobre un ajedrez de hierro y luna
acaso ve las naves.
A medianoche, en Nueva York,
ella, emergiendo de los mares del sueño,
escucha esa palabra cargada de agua azul
como otro sueño: Adriático,
y sobre un ajedrez de hierro y luna
acaso ve las naves.