Me da miedo quererte, por eso me conformo
con dibujar tu nombre con mi miel y mis ojos,
navegar en las ondas de tu cuerpo de mar.
Me da miedo llamarte. Cada palabra tuya
a la distancia son tus labios que vuelan
y tu celo que tiembla al ritmo de mi cuerpo.
Me da miedo la música de tus voz en el aire
y perderme en el tiempo sin tiempo del temor.
Me da miedo el encuentro de tu sangre y mi sangre,
no poder traducir el lenguaje distinto
de tus actos que vuelan en la flor y las aves.
Sólo tu ofrenda libre me repone del miedo
para vencer lo real de tu asombro desnudo
que al tacto de mis manos es piel imaginada.