El cantar de los pájaros, al alba,
cuando el tiempo es más tibio,
alegres de vivir, ya se desliza
entre el sueño, y de gozo
contagia a quien despierta al nuevo día.
Alegre sonriendo a su juguete
pobre y roto, en la puerta
de la casa juega solo el niñito
consigo, y en dichosa
ignorancia, goza de hallarse vivo.
El poeta, sobre el papel soñando
su poema inconcluso,
hermoso le parece, goza y piensa
con razón y locura
que nada importa: existe su poema.