156. Sobre «El Tasso en prisión»
En su celda, el poeta, harapiento y enfermo,
Teniendo un manuscrito bajo su pie convulso,
Contempla con mirada inundada de pánico
La escalera de vértigo donde su alma se abisma.
Las risas enervantes que pueblan la prisión,
Arrastran su razón a lo absurdo y lo extraño;
La Duda lo rodea y el ridículo Miedo,
Odioso y multiforme, circula en torno de él.
Este genio encerrado en un antro malsano,
Esas muecas y gritos, espectros cuyo enjambre
Amotinado gira detrás de sus oídos,
El soñador a quien el horror despertara,
Tal es tu emblema, Alma de tenebrosos sueños,
Que ahoga la Realidad entre sus cuatro muros.
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157. A Theodore de Banville
De la Diosa empuñasteis la espesa cabellera,
Con vigor tal, que todos os hubieran tomado,
Al ver ese aire altivo y ese hermoso abandono
Por un joven rufián que golpease a su amante.
La mirada incendiada por un fuego precoz,
Vuestro orgullo de artífice sin pudor exhibisteis,
En esas construcciones, cuya audacia correcta,
Anticipa los frutos de vuestra madurez.
Poeta, nuestra sangre por cada poro escapa.
¿Tal vez por un azar, la veste del Centauro,
Que cada vena en fúnebre arroyo transformó,
Fue tres veces teñida en las sutiles lavas,
De aquellos monstruosos reptiles vengativos,
Que Hércules en su cuna un día estrangulara?
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158. Puesta de sol romántica
Qué hermoso el sol parece cuando fresco se eleva,
Dando los buenos días como en una explosión
-Feliz aquel que puede, por el amor transido,
Saludar al poniente, más glorioso que un sueño.
¡Lo recuerdo!… Yo he visto todo, flor, surco, fuente,
Caer bajo su mirada como un corazón vivo…
-Pronto, pronto, ya es tarde, vamos al horizonte
Para atrapar al menos algún oblicuo rayo.
Pero persigo en vano al Dios que se retira;
La irresistible Noche establece su imperio,
Negro, húmedo, funesto, roto de escalofríos;
Un olor a sepulcro en las tinieblas boga,
Y mi pie temeroso roza, junto al pantano,
Sapos inesperados y babosas heladas.
Versi0nes de Antonio Martínez Sarrión