Niña hermosa que me humillas
con tus ojos grandes, bellos:
son para ellos, son para ellos
estas suaves redondillas.
Son dos soles, son dos llamas,
son la luz del claro día;
son su fuego, niña mía,
los corazones inflamas.
Y autores contemporáneos
dicen que hay ojos que prenden
ciertos chispazos que encienden
pistolas que rompen cráneos.