Eti, Etinini
Habitaba un país delimitado
por la cercana costa de la muerte
y el jardín de la infancia, que ella nunca olvidó.
Otro mundo más cándido era el suyo.
Misterioso, por simple,
como un reloj de sol.
Eti, Etinini
Habitaba un país delimitado
por la cercana costa de la muerte
y el jardín de la infancia, que ella nunca olvidó.
Otro mundo más cándido era el suyo.
Misterioso, por simple,
como un reloj de sol.