Una luciérnaga bajo la lengua de Coral Bracho

Te amo desde el sabor inquieto de la fermentación;
en la pulpa festiva. Insectos frescos, azules.
En el zumo reciente, vidriado y dúctil.
Grito que destila la luz:
por las grietas frutales;
bajo el agua musgosa que se adhiere a las sombras. Las papilas, las grutas.
En las tintas herbáceas, instilantes. Desde el tacto azorado.
Brillo
que rezuma, agridulce: de los goces feraces,
de los juegos hendidos por la palpitación.
Gozne
(Envuelto por el aura nocturna, por los ruidos violáceos,
acendrados, el niño, con la base mullida de su lengua expectante, toca,
desde esa tersa, insostenible, lubricidad –lirio sensitivo que se pliega en las rocas
si presiente el estigma, el ardor de la luz– la sustancia, la arista
vibrante y fina –en su pétalo absorto, distendido– [joya
que palpita entreabierta; ubres], el ácido
zumo blando [hielo], el marisma,
la savia tierna [cábala], el néctar
de la luciérnaga.)