En el alba de los sentidos
entre dos jardines de cerradas verjas
elevados rastrillos de hierro aprisionando las hierbas y las gotas de agua
una negra mansión se perfila
de la cual amo la triangular pilastra
rematada por pesadas agujas a las que cual forzado sujeta está la noche
No existe tregua
crepúsculo o aurora permanece la torre de agudo tejado
el torreón sobrecargado de trampas
en torno al cual el tiempo monta guardia
auxiliado por sus nocturnos verdugos
A veces el ulular de una sirena
desciende de las oscuras orillas del río hasta las ventanas del sesgado caserón
y su grito penetra las cortinas
aplasta los dorados baldaquinos
para ir extendiéndose hasta formar coágulos en el pliegue de los tapices
fija desnudez
No existe tregua
el ladrido de los perros os acude a golpear la sensual fachada
tras los cristales hombres y mujeres siguen haciendo el amor
y más tarde los miasmas exhalados del río lentamente se aguzan
Una reja de cuerdas dejará que se filtre la acuidad del sonido
Esta voz ajustándose al hueco de todos los oídos
se ocultará en los nidos de termitas
en los huecos de muralla
propalándose por las canales gota a gota como el agua
y gracias a ella sabrá mañana toda la ciudad
que cuando la lámina de las realidades materiales termine de usar prodigiosa vaina de sueño
se desplomará la mansión
abismándose los durmientes
ahogados espantosos
en la reflectante marisma de los antípodas viciados
Versión de Antonio Martínez Sarrión