Ideales y profundamente amadas voces
de aquellos que murieron, o de quienes
se perdieron para nosotros como los muertos.
A veces nos hablan en los sueños;
a veces, pensando, la mente los escucha.
Y por un momento con su eco otros ecos
regresan desde la primera poesía de nuestra vida,
como música que extinguieran las lejanas tinieblas.
Versión de Eduardo López