Voy ausentándome de mí.
Poco a poco, el lastre de ensueño cede
su sitio a la realidad doble
que es mi vida en transcurso.
¡otro ser dentro de mi carne
fragua su carne, su piel,
su corazón diminuto, mi estrella!
Asisto a la escisión silenciosa
con pasmo anhelante, con gozo
nuevo de verme en otros ojos míos,
de mis ojos hechos,
de mi sangre coloreados,
¡ay!, de toda cuanta soy.
Día por día el latido
es golpe que me recuerda, urgente,
valor que no tengo,
heroísmo que nunca soñé.
Y temo por el que estoy creando
en convenido misterio
dentro de mi soledad sin orillas
cerca de mi corazón, su estrella.