al General Eduardo Hay
No sé quién soy en esta llama cruenta
de angustia, de dolor, de goce y llanto,
en que nace el misterio de un encanto
que destruye mi vida y la alimenta.
No sé quien soy en esta red que inventa
peces de espuma en vértigos de espanto
y un venero de siglos que levanto
para saciar la sed que me atormenta.
En un mundo de sombra y amargura
me interrogo con voz desconocida
que parece una voz ajena y dura.
Y queda mi razón desvanecida
porque todo el dolor de mi locura
me duele fuera de mi propia vida.