A EMILIO DORMIDO de Carolina Coronado

¡Cuál brilla su alba frente
de angélica pureza!…
¡Cuál vierte su mejilla
el candor infantil!

Exhalan el aliento
sus labios bulliciosos
más dulce que las auras
del aromado abril.

Entre rosado velo
de púrpura y de flores
protege su descanso
el ángel de la paz.

Y vaga cariñoso
en torno de su cuna
y halaga blandamente
su adormecida faz.

Y coronó su lecho
de blancas azucenas,
y coronó su frente
de rosas y azahar.

Silencio… que no turbe
ninguna voz humana
su plácido sosiego,
su blando dormitar.