Hay hombres que viven buscando la gloria,
sin gloria esos hombres no pueden vivir;
pues quieren que en fastos que guarda la historia,
escriba sus nombres la fama senil.
Mas ¡guay de esos locos que en torpe delirio
su frente coronan de abrojo y laurel!
que siempre a la gloria precede el martirio,
y el mundo al que aplaude lo estigma también.
Quien pisa del arte la senda vedada,
y puede un aplauso doquier arrancar,
es mártir proscripto, y su alma elevada
del Gólgota forma espléndido altar.
El mundo está pleno de torpes farsantes;
la vida es comedia de risa y dolor…
¿Qué somos los hombres aquí?… ¡comediantes!
por eso el artista es mártir histrión.
La envidia a los genios rastrera se aduna;
es ruido el aplauso y hierba el laurel…
Aquí no hay más arte que el de hacer fortuna;
la gloria es el humo, que asfixia, Gabriel.
Si al orbe domina el tanto por ciento,
el pobre es el paria, el oro es un Dios,
payaso el artista, locura el talento,
la escena picota, la fama ilusión.
Mas tú, en quien se agita un alma que siente,
que sufre, que lucha, que sueña también,
audaz ambicionas ceñir a tu frente
la excelsa corona de Taima y Lekein.
Por eso, olvidando martirio y dolores,
en estos instantes, te sueñas feliz…
al ñn los abrojos se cubren de flores,
aplausos nutridos resuenan, al fin.
La gloria del arte tu estudio conquista,
y encuentras más bella, hermano, tal vez,
la humilde corona que ciñes de artista,
que el trono que forma la gloria de un rey.
Prosigue… si espinas te da el escenario,
recuerda la historia sublime de Dios…
Para ir a la gloria se sube al Calvario.
Jamás ha vencido quien nunca luchó