A J*** (EN SU DÍA) de Antonio Plaza Llamas

Junto a ti no mido el tiempo
ni sé las horas contar,
porque de cuentas no sabe
quien sabe amar nada más;

y los números no entran
al bello Edén ideal,
donde las almas unidas
con lazos de amor están.

Por eso, mujer, ignoro,
hoy que brilla tu natal,
cuántas horas a tu lado
pasé de felicidad.

Linda flor que en mi camino
le plugo a Dios colocar,
para que aspire mi alma
su perfume celestial.

Eres tú, mujer preciosa,
el blanquísimo fanal
que los ángeles encienden
de mi existencia en el mar.

Eres la maga sublime,
que con tu amor divinal,
lo imposible de mi sueño
conviertes en realidad;

porque en tu mirada puso
Dios su poderoso fiat,
y mundos mil de ilusiones
tiene el poder de crear.

Por eso yo te idolatro
con ternura sin rival;
porque eres tú para mí
lo que el gusto al paladar,

lo que la luz a los ojos,
lo que la frente a la faz,
lo que la sangre a las venas,
lo que al pecho el palpitar,

lo que al alma el sentimiento,
lo que el acero al imán,
y lo que el aire a la vida;
que mi alma nada más

siente lo que tu alma siente,
goza si te ve gozar;
¿por qué si mi alma y la tuya
una sola forman ya,

parecen dos? —Porque somos
espejo de cada cual,
y es propiedad del espejo
los objetos duplicar

¡oh! quién pudiera expresarte
la inmensa felicidad
que hoy disfruto, porque vives
en la tierra un año más,

y porque te adoro este año
más que el que ha pasado ya,
y te adoraré el que viene
más que éste que va a pasar;

que mi amor es una escala
ascendente, sin final,
y te amo, como nadie
amó en el mundo jamás.