A la silla de ruedas de Elisa Huezo Paredes

Guardiana de los libros: Ya cerrados
los fríos brazos de brillante acero
quietas las ruedas. Fijos y callados
los goznes rechinantes, mustio el cuero.

Evocadora fiel de los cuidados
últimos del vivir bajo el alero
que guarda imagen, risa y ceño amados,
postrer amor que siempre fue el primero…

Descansas hoy, el freno detenido,
más bien paralizado tu crujido
en el ir y venir de aquella mano

que dejara su huella en el gemido
del dolor y el placer de haber vivido:
espejo del final de un ser humano.