A MARÍA. EN SU ÁLBUM de Antonio Plaza Llamas

Han díchome que tienes,
señora, el alma
como la excelsa Virgen
inmaculada,
y que de niño
su corazón es casto
como el armiño.

*

Es tu alma —dicen todos—
humo de incienso
que exhalando perfumes
busca lo eterno,
y en espirales
giros, va de la gloria
a los umbrales.

*

Y doquier aseguran
que eres tan buena,
que las virtudes santas
te son ingénitas;
que en tu sublime
alma, el Dios de los justos
su amor imprime.

*

Todos saben, señora,
que eres un ángel,
y lo que saben todos
tú no lo sabes;
porque, María,
es tu modestia ingente
cual tu valía.

*

Yo que en crápula inmunda
crecí maldito,
y al dejar mis creencias
entre los vicios,
necio, beodo,
los brillantes del alma
arrojé al lodo:

*

yo que en el fuego impuro
quemé, señora,
del corazón las flores
hoja tras hoja,
y después lleno
de odio, la ceniza
cubrí con cieno:

*

yo, en fin, que sin virtudes
me hostiga todo,
cuando virtudes miro
caigo de hinojos,
y alzo mi canto
donde quiera que brillan
con fuego santo.

*

Por eso mis cantares
consagro a tu alma,
linda como el ensueño
de la esperanza,
que entre mujeres,
por tu virtud excelsa
bendita eres.