En la edad de oro, aunque hubo afectos tiernos,
se ve que honestidad guardaron, Niso;
mas la de plata el freno más remiso
vio en frente humana los primeros cuernos.
La de hierro acabó de ensordecernos
a la voz del ejemplo y del aviso;
después ningún metal, de honesto, quiso
intitular la edad de los modernos.
Y por Gala, tu Eurïalo, cautivo,
no sin risa del pueblo anda fogoso,
cohechando siervos y falseando llaves.
Dile tú que lo trate con su esposo,
que, con ciertos capítulos süaves,
su mismo esposo le tendrá el estribo.