Viví, y en dura piedra convertida,
labrada por la mano artificiosa
de Praxíteles, Niobe hermosa,
vuelvo segunda vez a tener vida.
A todo me dejó restituida,
mas no al sentido, l’arte poderosa;
que no le tuve yo, cuando furiosa
los altos dioses desprecié atrevida.
¡Ay triste! Cuán en vano me consuelo,
si ardiente llanto mana el mármol frío
sin que mi antigua pena el tiempo cure;
Pues ha querido el riguroso cielo,
porque fuese perpetuo el dolor mío,
que faltándome l’alma, el llanto dure.