Abraham de Vicente García

Tiemblan sus manos. Ve qué dura ha sido
La vida que le dieron. Como pocas.
Y ahora que empezaba a disfrutar
De un poco de descanso, se le exige
El crimen execrable. Sufre y calla.

Ha sido siempre fiel a su conciencia
Y su Señor. Ha sido todo un hombre
Aunque tan sólo un hombre. Vacilando,
Se yergue tembloroso sobre el hijo.

Con los ojos cerrados, cobra impulso
Y en vano intenta dar la puñalada.

Nunca sabremos bien qué le detuvo,
Por qué quedó sin fuerzas,
Por qué bajó su brazo lentamente.