Oh tú que escuchas a quien llama a los coperos,
cuando gritan las canas y la edad,
anunciando la muerte;
si no oyes la llamada al arrepentimiento,
¿para qué crees que en la cabeza tienes
esas dos guardas: el oído y la vista?
Sordo y ciego es el hombre al que no guían
los ojos y las huellas del pasado.
No durarán por siempre ni este siglo, ni el mundo,
ni el alto firmamento, ni la luna ni el sol;
apártate del mundo,
aunque sus moradores todos odian
tener que separarse de sus bienes.