Este mi amor no puede volverse un alarido.
A veces en él siento fragancias de ceniza.
Así en el mediodía se quemarán los trigos.
¡Yo no puedo llorar a Dios como las islas!
Atraviesas mi orgullo flameando tan cercana
que me emociono como si yo fuera algo tuyo,
pulsera de tu mano, collar de tu garganta,
y lloro contemplando tus pestañas de humo.