Voy a tu cuerpo,
agazapada,
cautelosa
de la mirada del miedo;
verdugo que asesina
a golpes de soledad.
Fugitiva,
arribo a tu blanda estación
recorriendo a besos lentos
el refugio donde desvalijo caricias
que me enmohecían las manos.
Hoy libre,
para esconder mis rincones
en tu calor y humedad
y burlar al polvo:
memoria de tiempos áridos.
Ya no soy más
espacio de dolor
cuando en ti
me desbordo mar.