De dios es este instante,
y él lo ignora.
Es polvo del cristal de la alegría,
es la rosa que encaña
de la sangre en su entera majestad.
Bien se ve que sabéis de la honda llaga,
de este andar a derechas
sobre la brasa pura.
¿Morir?
Mira ahora estas manos,
mira en ellas el pan
de un tan loco querer,
de una harina tan limpia.